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Poesía y conocimiento en las calles o poetry slam

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El artista como individuo de excepción,

dentro del común de los hombres,

 está dotado de un poder visionario

que penetra profundamente en todas las cosas.

 Samuel Ramos

 

Uno debiera ser una obra de arte

 o vestir una obra de arte.

Wilde

 

Todos los poetas, pintores, santos y sabios

son portavoces de lo eterno.

 James Allen

A raíz del poetry slam organizado el sábado pasado por FARO de Oriente y presentado en el Centro Cultural el Rule, del cual nuestro sello editorial formó parte y donde los poetas de nuestra nueva antología poética Per//mutantes también participaron, alguien preguntó por qué valía la pena avejentarse en una esquina cualquiera de la literatura.

   Por supuesto, con la quijada a punto del desprendimiento, me alejé ofendida.  Entonces recordé que, quizá por el callado miedo a una miseria creativa, un día decidí volverme rica. No, qué digo ¡millonaria! Levantar un gran imperio poético y laurear también a todo poeta decidido a romper esquemas.  Publiqué entonces en un periódico aquel trillado “se busca poeta para volverse millonario”, pensando que responderían miles, sin embargo, nadie acudió a la solicitud. A ciencia cierta no sé cuál fue la razón, pero la intuyo…

   ¡No! Contestarán, eso es una farsa, dirán. Y aseveraré entonces, con toda la sinceridad del mundo que ésta es una historia verdadera, pues a pesar de todo, yo misma la escribí.

   Derivado de reflexionar un poco acerca de cierta creencia que flota en algunas esferas del mundo editorial, sobre todo entre los poetas jóvenes, y no tanto, que recurren mucho a la idea —manejada también por editores— de que la poesía no se vende, no se lee, no se dice.

   Pues bien, a ese respecto habría que iniciar una demolición de paradigmas al mismo tiempo que la construcción de nuevos proyectos que persigan acercar la poesía, principalmente, y el conocimiento en general, a las personas a través de medios no convencionales; hacer del arte un objeto común en nuestras vidas con la consigna casi espiritual de derrotar la oscuridad de la conciencia. Acercarse al arte como a los salmos nos hará libres: pregonaremos por todos los rincones.

   La idea errónea, según estas consignas, de que el arte y el conocimiento sólo se destinen a unos cuántos interesados resulta obsoleta. El arte, la poesía y el conocimiento se crean con el único objetivo de compartirlos. No hay más. El arte debe llegar a la gente y no al contrario; ocultarlo es una crueldad, un vituperio para los creadores, sobre todo para aquellos que han comprado la falsa idea de no lucrar con su creación.

Slam de poesía en El Rule con Faro de Oriente. Erick Fiesco y Danza África Libre. Junio 2022.

   Lanzamos las preguntas obligadas: ¿No comen los poetas? ¿Sentarse a hilvanar ideas sublimes y bellas será pagado con la miseria? ¿Quién dijo que el artista o el pensador son cuasi beatos iluminados que nunca duermen y no beben salvo whisky o absenta? O como un montón de Diógenes del nuevo milenio pero sin así quererlo ¿no tendrían derecho a vivir “dignamente” como se exclama hoy por hoy, o de poseer un montón de libros y de gatos en sus casas de amplio valor sentimental? ¿De dónde nos vino la creencia del artista pobretón: de los pintores franceses, de los poetas malditos, de Melville, Dickinson, Kafka, Poe o de plano de Francisco de Asís?

   Compartimos el arte porque es nuestro talento, así como el talento de la ciencia, la gastronomía o la carpintería. Es el mismo derecho del empresario que del artista canalizarse abundancia para tener una vida de calidad escribiendo poemas, cuentos, novelas, ensayos, aun sin ser galardonados con un Premio Cervantes o un Nobel. Es el mismo derecho el de un gran poeta y el de un desconocido, el de un Tolkien y el de Juan López o cualquier Hernández.

   Y el gran problema es que como “la poesía no se vende” y como el conocimiento se ha dogmatizado y guardado en los anaqueles de las grandes bibliotecas estos universos se van extinguiendo lento hasta desparecer. Pues bien ¡Ya basta! Hagámoslos nuestros, vistamos poemas, bebamos axiomas, contemplemos en un cuadro fragmentos del Quijote o Muerte sin fin, el chiste es compartirlo, vivirlo, traerlo puesto para comenzar a sentirnos eso que somos: obras de arte caminando por la calle, individuos que expresan su poética en un slam de poesía periférica.

   Y como obras de arte somos parte de un universo que reclama estéticas y creaciones por todos lados, obras y belleza que en realidad se instaura dentro ya de nuestro ser y que sólo se necesita encender una chispa insignificante o improvisar un pretexto nimio para disfrutar de las delicias que la creatividad del ser humano ha logrado. Saquemos pues a la luz todo aquello de sublime que colma nuestro espíritu y que hasta ahora no nos hemos atrevido a enseñar. Gritemos en las calles: Acercarse al arte como a los salmos nos hará libres. Y que el mensaje llegue a quien tenga que llegar ya sea en un slam de poesía, en una antología, en una barda blanca o en una botella con salsa de habanero ostentando su «poesía al borde» para ponernos todo lo iguanas que se pueda, idénticos a Pellicer.

Nubia Y. Montes de Oca es licenciada en Comunicación pero ha orientado su formación a la creación literaria, el Desarrollo Personal y la PNL. Ha colaborado en diferentes proyectos culturales como la Brigada Alternativa Cultural de Oriente (BACO) y donde desarrolló su actividad poética. También fue becaria del Fondo Nacional Para la Cultura y las Artes (FONCA). En el año 2020 publicó Conecta con tu ser: creatívate; y el  libro de poesía ilustrada titulado Zombi fish, donde aborda el problema sobre el propósito del ser humano y su faceta oscura. En resumen ha sido, entre otras cosas, diseñadora, editora, poeta, escritora y soñadora de fines de semana.

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