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El verdadero valor del proceso creativo. Conócete (I)

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El verdadero valor del proceso creativo. Conócete (I)

Según aseguraba Ken Robinson —escritor británico sobre temas de creatividad y educación— la inteligencia y la creatividad siempre van de la mano y por ello no se puede ser creativo y no actuar inteligentemente. Es por esa razón que, a pesar de sentirnos seres inteligentes y creativos, no debemos echar en saco roto el proceso que nos conecta con nuestro estado de flujo. Conocer este proceso nos ahorrará cientos de horas y horas sentados frente a la pantalla sin lograr avanzar sobre proyectos de todo tipo.

   A veces, un poco de conocimiento sobre este tema también nos  ahorrará amargas decepciones y baja de autoestima puesto que al claudicar en esos proyectos sentimos en nuestro fuero interno que no somos muy inteligentes o capaces de llevarlo a cabo, cuando lo único que está sucediendo es que no nos hemos conectado con nuestra energía creativa adecuadamente. Por ello  no debemos olvidar que la creatividad es la llave que abre el camino hacia nuestra verdadera esencia, sólo si sabemos escucharla, por supuesto.

   Por tanto, el proceso creativo es un conjunto de elementos que nos conducen a un estado de flow o espacio de flujo creativo en donde podemos desarrollar ideas nuevas y de valor para la solución de una situación dada o simplemente la productividad de las ideas. Este proceso tiene aspectos en común para todos, sin embargo es también un proceso que depende de cada individuo y el orden de dichos aspectos o su existencia igualmente se supeditan a cada persona. Aquí se proponen una serie  de pasos generalizados para llegar a esa conexión o estado de flow:

      1. Curiosidad
      2. Información
      3. Anotar las ideas
      4. Crear un santuario
      5. Tiempo y más tiempo
      6. Motivación
      7. Manifestación

   Al seguir o intentar desarrollar estas acciones desde nuestro propio contexto, iremos reconociendo cómo se siente subir cada peldaño en particular y se fortalecerá,  a manera de músculo la capacidad creativa —y el amor propio—. Cada uno de los aspectos anteriores tiene, por supuesto, su propio modus operandi:

 1. La curiosidad 

  Es un elemento básico para cualquier proyecto creativo. Del latín curiositas, es la intención o voluntad del individuo por descubrir algo que aún no se conoce. En muchas ocasiones algún tema o cosa que está alejada de su contexto inmediato. Es también un medio que nos conduce a la adquisición de nuevos conocimientos, siendo ésta una conducta ―que además compartimos con muchos animales― creada por la motivación de distintos estímulos, nos es más fácil aprender algo cuando somos curiosos pues la novedad del hecho o cosa misma es el motor para dicha aprehensión en la memoria.

2. La información 

   Es un elemento básico para nuestro proceso creativo, ya que sin ésta nos arriesgamos a iniciar proyectos de valor disminuido, ya sea por ignorancia completa de un tema, tópico o situación o por falta de actualización al respecto. Hay que tomar en cuenta que la búsqueda de información per se es también un gran aliado en nuestro camino creativo, pues al informarnos de cualquier tipo de asunto nos damos el tiempo de conocer infinidad de temas y así gozar de un mar de posibilidades guardadas en nuestra memoria listas para ser utilizadas en cualquier momento para el desarrollo de ideas. Además consideremos que la información no sólo es un conjunto de datos, sino que estos grupos de datos pueden ser generados a partir de la observación de fenómenos susceptibles de engendrar ideas y conocimientos nuevos en sí mismos. Por ejemplo, la observación atenta de una situación de incomodidad que nos conduce a una alternativa más agradable: lograr acomodar un montón de objetos desordenados en un recipiente aparentemente insuficiente, es ya un paso creativo.

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