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El cosmos terrenal y la senda poética (II)

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El cosmos terrenal y la senda poética (II)

   Para curar una herida hay que lavarla, desinfectarla y repetir el proceso un par de veces en los días siguientes. Este procedimiento es más doloroso que la herida misma y es justo lo que nos recuerda Benjamín en “Sanación”, que es también uno de los apartados con mayor densidad poética. Además, en esta parte se divisa con mayor claridad uno de los elementos fundamentales de su poesía, que es la ternura.

   A través de los cinco poemas que componen esta sección, el autor nos muestra el amor  humano, así como los sentimientos que origina su contraparte; desde la frustración, la melancolía, la ira y hasta, en cierto modo, la culpa, que conducen a un duelo para quién los experimenta. Podríamos decir que “Sanación” es uno de los clímax de El cosmos terrenal.

   Para finalizar tenemos “Transmutación del alma”, la última parte de este libro y en la que llegamos, de la mano de Anaya, al tan anhelado cosmos terrenal. En los versos de ésta sección se marca no un final pero sí la llegada a un punto de equilibrio, en el que tanto autor como lector, encuentran el perdón y la aceptación del ser.

   En este apartado el autor nos habla además de dos cosas muy importantes. La primera es la muerte, a la que retrata de soslayo y más bien a través de la incertidumbre del porvenir, dibujándola como una ausencia no necesariamente carnal.

“¿A dónde quedarán mis huesos?

No me duelen nunca, pero sé                                                                                                              como lo saben los aullidos tristes de lejanos perros
que alguna tierra recogerá mis días
mis noches incansables
las frescas madrugadas
tantas estrellas planetarias y solsticias
desde el cosmos terrenal
mirándome partir hacia el dolor ajeno”

   La segunda es una pista —un tip— a manera de miga en el camino, para encontrar el cosmos terrenal, la paz, la estabilidad o como quiera llamársele, y que solo puede ser encontrada leyendo entre líneas.

   Este libro es más que un poemario, como lo decíamos al inicio, se trata de una historia de vida, pero también —desde mi perspectiva— puede ser tomado incluso como una guía con la cual hacer una introspección y reencontrarnos con nuestros planetas, estrellas y constelaciones para poder armar el rompecabezas y encontrarnos parte del cosmos.

 

*Fénix Figueroa nació y creció en la ciudad de México. Es egresada de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón. Actualmente es locutora en algunos programas de radio comunitaria. Su pasión por la lectura y escritura la ha llevado a escribir y publicar su trabajo personal en un blog digital. Recientemente ha realizado reseñas de libros para contagiar su amor por la lectura a otras personas. Ella escribe para darle voz a todo lo que ocurre en sus adentros y que su boca no sabe decir. Se define como una poetisa accidentada.

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