El libro y el ser vacíos
La pobreza no es el hombre
que anda vestido de pobre,
es el harapo mental de la criatura
que rodeada de la luz del mundo
cree que es pobre.
Homero Aridjis
Leer El libro vacío de Josefina Vicens ha sido una sorpresa grata y al mismo tiempo avasalladora. Sus páginas escriben en torno a José García, que no es un José García cualquiera de la Ciudad de México –aún teniendo el nombre más común de ella– y sin embargo lo es.
José García lleva la vida de un empleado, un padre y marido cualesquiera, luchando diariamente por llevar el sustento a su hogar. No obstante, en su interior alberga el profundo anhelo de escribir, no hacerlo porque sí, más bien de escribir algo grande y digno. Así dedica sus noches a esta labor.
A lo largo del libro se describe un personaje que a su vez refleja por completo a la sociedad mexicana, pero, siendo más específicos, retrata al grupo miserable de la población, que se disputa entre la pobreza material y la espiritual.
Los ricos pueden darse el lujo de luchar, de perseguir hasta el sueño más absurdo. El tiempo es oro: a ellos no les asusta perderlo porque lo tienen sobrado todo. En cambio, los pobres regatean el mínimo segundo, capitalizando los pocos minutos que poseen, como en Momo de Michael Ende.
Los que habitan lo profundo sueñan con el éxito, desgraciadamente su costo se eleva muy por encima del salario mínimo. Alcanzarlo está lejos de la realidad, pero soñarlo se vuelve el combustible diario para todo lo demás, lo mejor de todo: es gratis.
«…a veces, muy dentro de mí, y no sé si para consolarme, siento que el mediocre puede ser también un triunfador, si por triunfo entendemos no sólo la brillante apariencia, la fama o la prosperidad, sino la paz íntima y la falta de avidez por los elementos estridentes que dan un suntuoso contorno a la existencia.»
Para cuándo el final se acerca, lo mejor es convencerse de que la gloria no le pertenece en su totalidad al cielo.
Al mismo tiempo, José García se presenta lleno de optimismo al interior de su derrota. A través de él, Josefina Vicens introduce el estereotipo del macho mexicano, negándole la posibilidad de mostrarse vulnerable, sentimental, llevándolo a buscar la reafirmación de la virilidad masculina –a la que más tarde deberá renunciar– en los brazos de una amante.
«Dejarla, lo sabía muy bien, era despedirme para siempre de esa vida anhelante, subterránea, violenta, torva, imprevista, ilegal y atractiva, con la que los hombres inferiores acreditamos nuestra virilidad.»
Pese a su imperante necesidad de escribir, intenta no hacerlo sobre su vida, ya que la considera poco interesante para los hombres que como él buscan un respiro de la realidad en la que han nacido: “Verdaderamente no sé qué sería del hombre si no tuviera dentro de sí, escondidos, superpuestos, sumergidos, adyacentes, provisionales, otros muchos hombres que no sólo destruyen su personalidad, sino que la constituyen…» Aún así, cada capítulo conduce al lector a través de sus desgracias, de sus sueños aniquilados, situaciones en las que poco a poco se va encontrando y reconociendo.
El libro vacío es un recordatorio de que el instante es un presente, un regalo que no debemos desperdiciar. Pero al mismo tiempo, Vicens relata de manera sublime la cruzada del hombre para llegar al encuentro del ser, del yo, dejando entre líneas una cruda enseñanza: el libro está vacío para el lector que también lo esté.
Referencia: Vicens, J. (2020). El libro vacío. Fondo de Cultura Económica. México.
*Fénix Figueroa nació y creció en la ciudad de México. Es egresada de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón. Actualmente es locutora en algunos programas de radio comunitaria. Su pasión por la lectura y escritura la ha llevado a escribir y publicar su trabajo personal en un blog digital. Recientemente ha realizado reseñas de libros para contagiar su amor por la lectura a otras personas. Ella escribe para darle voz a todo lo que ocurre en sus adentros y que su boca no sabe decir. Se define como una poetisa accidentada.